Las similitudes entre un perro y una planta o árbol pueden no ser obvias a simple vista, sin embargo, si observamos más de cerca desde una perspectiva emocional, simbólica y natural, encontramos paralelismos que conectan estas dos formas de vida. A continuación, exploraremos estos parecidos que van más allá de su concepción como seres vivos:
1. Vínculo emocional profundo
El lazo emocional que se produce con un perro es profundo y muy significativo. Ellos son compañeros leales que nos ofrecen amor y amistad de forma incondicional. Aunque con una planta es distinto, también puede generarse un vínculo emocional, ya que cuidamos de esa planta o árbol durante años. A nosotros como humanos, se nos hace realmente difícil el hecho de no establecer ese vínculo con algo con el que compartimos tanto tiempo. Además, en el caso de las plantas y árboles, los cuidamos y los vemos crecer, haciendo este vínculo más grande. Los jardineros, por ejemplo, suelen desarrollar un apego emocional hacia las plantas que han cuidado.
Cuando una persona planta un árbol o cuida de una planta en memoria de su perro, el vínculo emocional que ya tenía con su mascota se transfiere a la planta. De esta forma se mantiene viva la memoria de nuestra mascota, convirtiendo a la planta en un acto de homenaje. Cada hoja o flor que emerge, puede evocar recuerdos de momentos compartidos con el perro.
2. Requieren cuidado y atención
Como acabamos de mencionar, el cuidado que requieren plantas y animales para crecer y prosperar es una razón para que se forme ese lazo emocional. En el caso de un perro, significa alimentarlo, darle agua, proporcionarle ejercicio y atención emocional. Para una planta o un árbol, se requiere riego, luz solar y cuidado adecuado del suelo.
Este compromiso diario fortalece el vínculo entre cuidador y el ser al que se cuida. En ambos casos, ver crecer a un perro o a una planta genera un profundo sentido de satisfacción y conexión.
3. Brindan compañía
Aunque de maneras diferentes, tanto un perro como una planta o árbol ofrecen compañía emocional. Los perros son compañeros leales que brindan amor incondicional y consuelo emocional a sus dueños. Las plantas, aunque no son interactivas de la misma manera, también tienen un efecto calmante y reconfortante, brindando sensación de paz y reduciendo los niveles de cortisol, “hormona del estrés”. Mientras tanto, los perros ayudan a reducir el estrés, la ansiedad y la soledad. Se ha demostrado que tanto tener un perro como cuidar de plantas o árboles tiene un impacto positivo en la salud mental y emocional de las personas.
Para muchas personas, cuidar una planta en honor a un perro fallecido les ayuda a mantener un vínculo emocional con su mascota. La planta se convierte en un símbolo vivo de ese compañero que les brindaba alegría y consuelo.
Para finalizar, no podemos dejar de lado que ambos representan la vida, el crecimiento y el ciclo natural que continúa incluso después de la muerte. Tienen impacto positivo en los entornos en los que están. Aunque un perro y una planta o árbol sean seres muy diferentes, comparten similitudes que son significativas en cómo afectan a las personas de manera emocional, ambos requieren amor, cuidado y atención. Ambos tienen una vida que evoluciona con el tiempo. Por todo ello, desde Ánima Eterna, creemos que el acto de cuidar un árbol que crece, es la continuación del amor y la devoción que existía entre el dueño y su mascota, transformando así el dolor de la pérdida en un tributo bello, duradero y vivo.
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